Este mundial se encargó de volver a poner de moda el deporte en nuestro país. Nos llevamos las pelotas desde la discoteca a la casa y acercamos el fútbol a toda la familia, tanto que ahora cualquier pelotudo puede emitir juicios. “Apenas llegamos a la segunda ronda, igual que en el 98’ y, más encima, de nuevo nos elimina Brasil”, algo así, pero con lenguaje digno de Colina2, comentaba un escolar antes de bajarse corriendo del metro con sus compañeros del Instituto Nacional. En lo concreto, el pokemón tiene razón pues sucedió lo mismo. Perdimos con Brasil en segunda ronda. Sin embargo, atravesando la vereda de la ignorancia, habría que especificar ciertos acontecimientos.
En primer lugar, con el pelado Acosta (ese D.T. farandulero que tuvimos en Francia) pasamos rajando, apenas y con suerte, todo gracias a la alta capacidad goleadora de la dupla “Za-Sa”, aquella que nos llevó al repechaje por diferencia de goles. De hecho, compartíamos el último cupo con Perú en los puntos, pero bastó con tener 14 goles a favor en nuestra cuenta, diferencia abismante contra el gol en contra que figuraban los peruanos una vez cerrada la tabla de posiciones.
Doce años atrás, mientras una tímida Michelle Bachelet ingresaba como asesora al Ministerio de Defensa Nacional, sin el poderoso plantel brasileño compitiendo parecía mucho más fácil llegar a Francia. Aunque, en rigor, no lo fue. Había un cupo menos para los candidatos de Sudamérica, ya que, en ese tiempo, las reglas de las clasificatorias eran distintas y para explicarlo sería mejor ir aún más atrás.
Casi a mediados de 1994, Brasil e Italia se peleaban a muerte en la primera final disputada en canchas gringas. Tras la definición a penales Roberto Baggio lloraba y Claudio Taffarel esperaba a sus compañeros con las rodillas en el suelo y con sus brazos en el aire para celebrar un nuevo título, aquel que entonces encumbraría al scatch como “tetra-campeones”. Por consiguiente, Brasil no debía competir para clasificarse a la cita en 1998, ya que esa sería la última vez que un campeón se clasificaría inmediatamente para el próximo mundial, luego por fin la regla fuera desechada.
Por cierto, parece pertinente sugerir que antes de comparar sería bueno googlear un poco. Mejor aún si se hace copiando textual “Copa Mundial de Fútbol de 1998”, la dirección que aparece inmediatamente nos lleva a un resumen en “Wikipedia”, que de paso, aprovecho de presentársela ya que de seguro afirmará no conocerla. OK, nadie podría tragarse los insultos que Lucien Bouchardeau se ganó en su tiempo, tampoco es momento de discutir el protagonismo de su actuación, pero ¿sabía usted que Chile no ganó ni un partido antes de pasar a octavos de final? ¿Lo había olvidado? No importa, la memoria es frágil y yo se la refresco.
...MAÑANA SIGO....
¿No cundió?
Sorry
En primer lugar, con el pelado Acosta (ese D.T. farandulero que tuvimos en Francia) pasamos rajando, apenas y con suerte, todo gracias a la alta capacidad goleadora de la dupla “Za-Sa”, aquella que nos llevó al repechaje por diferencia de goles. De hecho, compartíamos el último cupo con Perú en los puntos, pero bastó con tener 14 goles a favor en nuestra cuenta, diferencia abismante contra el gol en contra que figuraban los peruanos una vez cerrada la tabla de posiciones.
Doce años atrás, mientras una tímida Michelle Bachelet ingresaba como asesora al Ministerio de Defensa Nacional, sin el poderoso plantel brasileño compitiendo parecía mucho más fácil llegar a Francia. Aunque, en rigor, no lo fue. Había un cupo menos para los candidatos de Sudamérica, ya que, en ese tiempo, las reglas de las clasificatorias eran distintas y para explicarlo sería mejor ir aún más atrás.
Casi a mediados de 1994, Brasil e Italia se peleaban a muerte en la primera final disputada en canchas gringas. Tras la definición a penales Roberto Baggio lloraba y Claudio Taffarel esperaba a sus compañeros con las rodillas en el suelo y con sus brazos en el aire para celebrar un nuevo título, aquel que entonces encumbraría al scatch como “tetra-campeones”. Por consiguiente, Brasil no debía competir para clasificarse a la cita en 1998, ya que esa sería la última vez que un campeón se clasificaría inmediatamente para el próximo mundial, luego por fin la regla fuera desechada.
Por cierto, parece pertinente sugerir que antes de comparar sería bueno googlear un poco. Mejor aún si se hace copiando textual “Copa Mundial de Fútbol de 1998”, la dirección que aparece inmediatamente nos lleva a un resumen en “Wikipedia”, que de paso, aprovecho de presentársela ya que de seguro afirmará no conocerla. OK, nadie podría tragarse los insultos que Lucien Bouchardeau se ganó en su tiempo, tampoco es momento de discutir el protagonismo de su actuación, pero ¿sabía usted que Chile no ganó ni un partido antes de pasar a octavos de final? ¿Lo había olvidado? No importa, la memoria es frágil y yo se la refresco.
...MAÑANA SIGO....
¿No cundió?
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