Es cierto. El periodismo ya no me atrae, con suerte me calienta, pero ya no existe el amor que tuve por él alguna vez. Se apagó con el desánimo y la depresión lo terminó por extinguir. Pero aún así, debo terminar esta carrera. Reconozco que no quiero, pero tengo que hacerlo.
Lo bueno de todo esto es que descubrí, gracias a mis buenos amigos de la música, que no se trata precisamente de conseguir lo que uno quiere. La verdadera gratificación viene de la mano de la satisfacción personal, esa que viene después de pensar cómo lo hiciste.
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