No sé en qué minuto de la vida ese Aristóteles se puso a hablar del amor, la amistad y la felicidad, pero estoy seguro que no fue en el 2011. No lo creo porque a mí no se me hace difícil encontrar el amor. Todo lo contrario, lo encontré muy pronto y a una edad en la que solamente los imbéciles que están enamorados se casan y se amarran obligándose a creer en ese vínculo obsoleto y fuera de moda que se llama matrimonio.
Una vez que encuentras la amistad y el amor, ese verdadero y único, nuestro amigo Aris de apellido Tóteles vuelve a afirmar algo con lo que no estoy de acuerdo, "difíciles de encontrar y fáciles de perder". No lo comparto pues con todas las ganas he tratado de perder ese amor, pero no he tenido éxito aún... en realidad, luego de escribir esto, y remarcando con énfasis este punto, me doy cuenta de que soy yo el que no ha querido perderlo. No me gustan las derrotas y me cuesta un mundo desprenderme y avanzar luego de mi Waterloo.
Más allá de la duda individualista del ser que expresa sus mierdas a través de esta plataforma, por algún lado, uno muy distante de las yemas de éstos dedos inquietos y la paupérrima disposición de su no-amor, existe un ente preparado eficientemente para venir a dominar con su bandera de la racionalidad y acabar con esta anarquía utópica que vive en la alienación propia de quién no quiere perder ese enlace irrepetible.
Probablemente necesite empaparme nuevamente de ese caballero que dedicó todo su tiempo en comprender al ser humano antes que a él mismo, dejando de lado su virtuosismo legítimo y alcanzando ese personaje filósofo, científico y lógico -según wikipedia-, pues, a mí manera de ser y con la porfía de siempre, hoy me parece ilógica su manera de buscar la felicidad.
"La verdadera amistad perdura y se fortalece a través del tiempo y la distancia..."
- Ἀριστοτέλης
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