21 noviembre, 2007

JUNTOS, PERO NO REVUELTOS

Plebiscito de 1988, Octubre 5; Para quienes aún no nacían en dicha fecha, o para quienes en ese entonces no teníamos otro deber cívico más que comer y dormir, debemos saber que, probablemente, fue en esa votación donde se echó la semillita para que el Gobierno actual se haya erguido.

El Salón de Honor del ex Congreso Nacional se convirtió en un lugar emotivo, además de conciliador, ideal para celebrar un nuevo año del triunfo obtenido por la campaña del NO. Todos los partidos del arcoiris del país estuvieron presentes y sonriendo mientras la Presidenta Bachelet llevaba el compás de aquel "Chile, la alegría ya viene". (Al fin dirige algo)
Mágicamente desaparecieron los roces, demostrando que para esta fecha la mesa no cojea y las cuatro patas estuvieron firmes para montar esta gran obra llamada "Concertación".
No faltó ni uno. Camilo Escalona (presidente del Partido Socialista), Sergio Bitar (mandamás del Partido Por la Democracia), José Antonio Gómez (cabeza del Partido Radical Social Demócrata) y Soledad Alvear (amigui de Michelle y presidenta... pero de la Democracia Cristiana), todos felices se tomaron la fotito de rigor. En la ceremonia, se habló de los Gobiernos que hemos tenido desde entonces, de estos en años de Democracia, alabando el grandioso desempeño de los señores Aylwin, Frei y Lagos.

Esa época de controversia, notablemente polarizada, fue bombardeada por un gran material audiovisual, donde algunos videos fueron tan recordados como el actual y mítico "Wena Naty!". (Para los más nostálgicos, aquí va un link de los videos de antaño) Para quien ya superó los encontrones del pasado, lo invito a evitar el enlace, avanzando hacia el futuro, dedicándonos a reparar el presente para que alguna vez podamos descansar en él.

30 agosto, 2007

Marcha CUT

En la pata de los caballos

















Todos se quieren subir al Transantiago

















A gamba los limones

16 agosto, 2007

¿Quién tiene el guión?

La desaparición de Madeleine McCann se ha convertido en una especie de teleserie venezolana donde la trama parece estar a punto de descifrarse, pero al próximo capítulo… todo se vuelve a enredar.

El cuerpo de Maddie cumple el rol antagónico, es el único papel que no aporta nada positivo a la hora de acabar con el conflicto. No es más que el eslabón perdido en esta producción, pero ¿Existe la posibilidad de que alguien no quiera revelar el secreto?

Si ya se ha cuestionado la credibilidad de los padres, cabe también dudar del desempeño de la policía lusa. La zona donde se perdió la niña británica es altamente turística y, probablemente, Robert Murat fue el primer estúpido al que se pudo incriminar. Entonces, los posibles victimarios ya han sido determinados ahora vamos en busca del héroe.

Llega la audiencia, esos que siempre queremos especular y encontrar la verdad antes del desenlace, aquí destacan tres opciones y un poco más: 1) Estamos conmovidos por la pena de la familia, y no entendemos por qué no dicen la verdad del cuerpo de su hija. 2) ¿Por qué demonios aún no es juzgado el perverso de Robert Murat? 3) Este matrimonio inglés lo componen un par de desgraciados que fueron capaces de asesinar a su propia hijita y deben pudrirse en la cárcel. 3.5) ¿Y si los padres la mataron por accidente y ahora hacen todo lo posible para que no los descubran?

El factor sorpresa nunca deja de estar presente en una función universal, aunque este se acerca mucho a la ficción. Recordemos que presenciamos un relato verídico, por ende, un agente externo tiende a descolocar al público, así que no participarán: los Ovnis, Elvis, el triángulo de las Bermudas, Osama bin Laden, el Santo Grial, ni Iturriaga Neumann.

Tal vez, la tierna niña no fue considerada en el casting de este horrible largometraje. ¿Cuesta tanto encontrar el cuerpo? En realidad son muchas dudas… creo que mejor simplemente voy a sentarme a ver el patético show.

02 julio, 2007

Los millones de la discordia

La pequeña gran cortina gigante

Recuerdo la tarde de un viernes a mediados de enero de este año... Me encontraba trabajando... Sí, con camisa y corbata, muerto de calor, y no entendía el fervor de la gente que se aglomeraba en el centro de Santiago, todos felices viendo una marioneta gigante tirada por una docena europeos vestidos como saltimbancos. Sin lugar a dudas era un circo espectacular para todo el pueblo.

Cerca de 300 millones de pesos costó esa gracia. Con este dinero es probable que no habríamos vivido una agobiante y angustiosa sesión en el Senado ¿No le parece señor Zaldívar? Hoy no se especularía del eventual quiebre en la Concertación y, efectivamente, rescataríamos lo anunciado hace pocas horas: Mejoras de un 25% en la frecuencia de los buses hasta el inicio del horario nocturno, el cual comenzaría a la 1:00 AM a contar de hoy martes.

También cabe en mi memoria el pestañeo de la Pequeña Gigante, porque me dejé llevar y fui testigo presencial. Sí, yo también me cegué con el espectáculo maravilloso. Ahora, si hubiese sabido que la espera con toda esa gente en la Plaza Italia no era más que un flashforward de las colas eternas del Transantiago, seguramente, al igual que los choferes de la tarjeta bip!, protestaría y sontendría las discusiones con el ministerio y, aunque traspasen cualquier predicción utópica del señor Cortázar, comenzaría julio enfatizando con ahínco los defectos del sistema de transportes.

25 abril, 2007

Testigo del vago

Camina siempre con un chaquetón largo, sucio y maltrecho, una bolsa ploma a la espalda, botas gastadas por el andar, un gorro deshilachado de color verde oscuro, tan oscuro ahora que pueden reflejarse sus penas, las que desbordan junto a su grisácea cabellera gris al igual que su barba, su vida y los cielos de la ciudad donde sobrevive. De su antebrazo izquierdo se asoma también una media. Una media larga de mujer, quién sabe por qué o para qué… pero tiene su lugar determinado, la que a su vez ondea al mismo tiempo que el cordón de su bota derecha vuela de un lado a otro, al unísono por cada paso que el viejo da.

A primera vista este hombre deambula con ojos tristes, lo acompaña un olor poco agradable, no obstante, es un personaje altamente conocido por el sector que recorre día a día, día por medio a veces, esto si es que ha preferido dormir en una de las cómodas bancas de la plaza. Divaga carroñando en busca de un poco de comida, buscando en basureros municipales, como si ellos dejaran algo, mendigando en los kioscos una golosina o pidiéndole a la gente que pasa cerca suyo, la cual muchas veces lo ignora y lo mira despectivamente, o simplemente hace como si no existiera, desconociendo que tal vez sólo esta buscando un poco de abrigo, una mano amiga.

Tan poca es la atención que se le da, que no muchas personas perciben sus ganas de vivir, o su muy buen humor, virtud que le conozco hace un tiempo por observar y darme el tiempo de descubrir lo dicharachero que es frente a los demás peatones, lanzando bromas como quien lanza una moneda a una fuente, diciéndole a los micreros: -“¡Eh! ¿Que acaso no me va a aceptar el pase escolar?”- y mirando raudamente a su alrededor para ver si es que de repente, por casualidad, alguien lo había escuchado y ojalá esta vez pueda robarle una risa, o una sonrisa a esa persona, a ese nuevo amigo. Como nota que nadie lo toma en cuenta, repite una y otra vez la broma variando el contenido: -“¡Oiga! ¿No me ve que voy al colegio?”, “¡Oye poh! ¿Hasta cuando me cobray’ como adulto?”. Una y otra vez, y ritualmente busca a su amigo.

El vagabundo siempre observa a su compadre, pero este compañero nunca lo ha tomado en cuenta, al menos eso cree él. Aunque al viejo le preocupa bastante, no le quiere dar importancia, siempre persiste. Nunca se cansa de buscarlo, tiene fe en que lo encontrará.

Yo siempre me lo he topado, y como todos, al principio siempre lo extirpaba de mi entorno, incluso trataba de estar tan lejos de este personaje, para no sentir su pestilencia, su olor a calle, a desagüe, siempre para evitar las arcadas que me daban al cruzarme en su camino.

Trataba de no mirarlo para que él no me vea, pero hábilmente siempre lo conseguía. Sus ojos tenían un gran poder de penetración, podían entrar en mi alma taladrando cada uno de mis sentidos. Eso me asustaba. Me hacía temblar, me rebasabade escalofríos y me dormía más que una inyección de liocaína, era realmente una anestesia general en mi cuerpo. Cada vez que me miraba atravesaba mi iris, movía mis oblicuos y le ordenaba a mi retina que no lo olvidara, todo eso con la impresionante capacidad de su pupila.

Su voz era grave, opaca como una noche sin luna y, al igual que su mirada, se imponía ante cualquier factor que se encuentra en la calle. Yo me defendía de ella utilizando mi escudo, un discman con algún CD “grunge” al máximo volumen. Pero mi barrera quedaba obsoleta cuando se encontraba con su mazo reproductor de sonidos, mi muralla china se transformaba en un débil y flexible panel de cholguán.

Una vez rozó mi brazo y me dijo que debía fijarme bien por donde transitaba, y que la vida merecía llevar un ritmo más lento que el compás de mi andar. Yo le dije que mejor él tenga cuidado y que no se me acercara. Me miró fijo, le grite: - ¡Córrete vago asqueroso! ¿Acaso no ves que nadie quiere estar cerca de ti? El me sonrió y me dijo: - “Espero no ser yo el próximo que grite”. Yo salí a paso veloz del lugar. Ya no quería volver a interceptar su recorrido.

Ayer llovió muy fuerte, los angelitos estaban llorando. Notaba como mi amigo se empapaba y juro que quería poder ayudarlo, darle algo con que cubrirse y, a pesar de todo mi esfuerzo, no fui capaz de hacerlo. Sufrí mucho, lloré como nunca por esa persona, era una de esas que ya no quedan. Entonces se puso a llover con mayor intensidad. Empecé a hilar mis recuerdos, noté que ese día él estuvo allí, pero ¿Por qué ya no me quería mirar? Tampoco me oía este último tiempo, yo quería disculparme, más el continuaba ignorándome. Y que raro era que no me quisiera ver nunca más, si él siempre lo hacía. Aún cuando yo lo traté como si fuese un ser detestable y deplorable, como a alguien al que nadie podría respetar. En mi último día también estuvo allí. Me saludó. Recuerdo que casi había olvidado que aún vivía, y por supuesto que no quise mirarlo si me sobraba con olerlo. No me interesó, lo erradiqué de mi vida, ya no lo quería ver.

Hoy si quiero que me vea y me oiga, tengo mucho que compartir con el vago. Y sigo tratando de hacerlo, pero ya no puedo verlo. Ayer fue la última vez que lo pude apreciar, anoche mientras llovía a cántaros trataba de abrazarlo, de darle calor, necesitaba protegerlo para que él no esté donde yo estoy.

Gritaba y gritaba con mi alma llena de dolor, tanto que me quedé dormido, lo que no conseguía esde el día de mi muerte. Cuando me desperté fui a buscarlo y su lugar ya no era ese. Su lugar está donde yo nunca podré llegar. Ahora parece ser que soy yo quien deambula por estas calles, oy yo el que no es escuchado por nadie, el que no es visto por ningún ente. A veces mi hermano menor me sonríe cuando voy a casa a jugar con él, creo que él todavía puede verme y mientras tanto, veo a mi madre llorar en mi dormitorio. También trato de hablarle, pero bien, como todos no me siente ni me sentirá jamás.

En nuestro encuentro final me miraba después de saludarme, y en cuanto yo le daba la espalda me advirtió que fuera precavido en mi agitado camino. Seguí mi rumbo, noté que no venían autos por la avenida y crucé, en ese mismo instante mis ojos vieron ese auto a una velocidad irresponsable, mis oídos escucharon al vehículo frenar y mi corazón a este señor indeseable correr y gritar con dolor: - “¡Cuidado, mi buen amigo!”.

Después, en una millonésima de segundo, mi cuerpo se estremeció con el impacto. Yací en el piso mucho rato y me veía entre los brazos del senil. Él, lleno de sangre, juntaba mis manos con las suyas y lloraba desconsolado. Noté que había dejado tiradas sus preciados tesoros, su bolsa, su gorro y su media.

14 marzo, 2007

Miércoles 14, mitad de semana...

Primer día de clases para mí, 7.30 de la mañana. Me encuentro entrando en la estación de metro más cercana, creyendo conocer todo lo que se venía. No hubo problemas para pasar el primer corral, claro esta, todo comenzó cuando llegó la hora de esperar el metro.

A las 7.46 me logro subir en la oruga propagandista. Viéndome entonces como uno más del incontable rebaño, abrí los ojos y me topé con la realidad que late en nuestra capital; "Transantiago" para unos, "Transcagamos" para otros.

El tiempo que duró el viaje no fue excedido, es más, como uno anda apurado y apestado, pendiente de los otros cinco o seis borregos que se roban hasta el pensamiento más soñoliento que deambula en la mente, los minutos parecen correr a mil por hora, como si también necesitaran descansar del agobiante calor que hay en el ambiente.


Probablemente muchos no lo recuerdan, pero en la época de los spots previos al lanzamiento del Transantiago, se hablaba de lo importante y difícil que sería cambiar la cultura y educación de los chilenos. De lo trascendental que sería cambiar los hábitos para quien fuese el que utilizara el famoso sistema. "El transantiago lo hacemos todos"...

Así, a una semana de mi iniciación, deambulando en la red, aprovechando mi metro cuadrado, descubrí un grupo que no se queda únicamente mirando con rabia como la micro se aleja y se olvida de uno, sino que además de vivir lo mismo que cualquiera, se preocupa de hacer un poco más sencilla la convivencia con el plan de transportes.

Transantiagoinfo enseña minuciosamente cada nueva pieza del rompecabezas que tratamos de resolver diariamente. Un puzzle que parece poder resolverse, o al menos superar los problemas, una vez que analizamos la información que allí se ofrece.

El blog, reune información valiosa y digerible para el más lego de los usuarios de la tarjeta bip!. Recorridos, horarios, paraderos, incluso links repartidos en las diversas zonas con todo tipo de ayuda. También es posible encontrar críticas constructivas, referentes a la eficiencia de las máquinas que circulan por nuestra capital.

No comparto que el trabajo este en óptimas condiciones, pero si podemos tratar de mejorar, o al menos hacer más agradable, los agotadores viajes que descomponen nuestro humor. Preparémonos como ellos quieren, cambiemos la cara de la ciudadanía. Sin embargo, no olvidemos que en quien recaiga la responsabilidad de todo debe ser quien engendra la idea, no de quien da la cara.

Espero que al iniciar y finalizar mi día las únicas ovejas que haya visto sean las que me ayuden a dormir.