31 diciembre, 2010

Move on

Se acaba el año y la mayoría de los contactos de mi muro despiden con desprecio el año del Bicentenario. Que Piñera, que el terremoto, que el tsunami, que los malos ratos y las enormes decepciones. Nadie parece haber alcanzado las expectativas necesarias para terminar conformes el 2010. Debo decir que yo no soy la excepción, pues tampoco lo conseguí.

Aún así discrepo absolutamente y no comparto esa pretensión desesperada de enterrar los últimos 12 meses. Es como adelantar la película y saltarse la parte penca de la historia, olvidando por completo que es justamente en ese momento cuando todo cobra sentido. Yo he gozado y disfrutado intensamente de este año que tantos odian, sufriendo como todos, pero aprendiendo de lo vivido y sonriéndole a lo que venga.

Veo a mi madre preparar parte de la cena familiar mientras la radio me invita a encender los motores cumbieros de mis inquietas rodillas, pero no tengo apuro en comenzar el vacilón. Me despido de este año de crecimiento en silencio y con los míos. Desde aquí, abrazo agradecido a aquellos que brillan por su ausencia, tan fuerte como a esos pocos que se cuelan fuertemente en mis buenos deseos para lo que venga en la siguiente temporada.


29 diciembre, 2010

¡Mira, vieja!

Recuerdo perfectamente el viernes 1 de diciembre de 1995. Yo estaba por cumplir ocho años y esa noche había Teletón.

Justamente, afuera de una sucursal del Banco de Chile tuve uno de los momentos más desagradables de mi vida. Inmediatamente después de la experiencia, mi mente se subió a una poderosa centrífuga que no se detuvo hasta cambiar mi perspectiva y, por consiguiente, mi destino.

Ese día pensé que la vida emparejada era una mierda y que jamás lo querría experimentar. Claro que a esa tierna edad, la noción de "amor" es tan real como la existencia del viejito pascuero.

Vulnerable. Así me siento hoy, pues amar implica un contrato de vulnerabilidad entre mi persona y el otro sujeto implicado. No es una condición justa ni una convención que yo haya aceptado con mi puño y letra. Es simplemente el pago que suscribe el bello acto de entregar las ilusiones más puras del alma a esa mujer que has aprendido a amar.

Con más sufrimientos que alegrías, al menos en las últimas semanas, este sentimiento confirma mi sospecha de la existencia de ese pacto de fragilidad. Todos los esfuerzos por evadir el desamor no valen nada, ni sirven. En absoluto. Más aún cuando al final del día una escena tan explícita como lejana me tortura con un fuerte dolor en el pecho. Un potente torrente sanguíneo casi me hace rebosar la aorta tras ver roto el sueño que nunca pedí soñar.

28 diciembre, 2010

Te irá bien

Estoy seguro que será así.

11 diciembre, 2010

Nada es obligación

Me gusta descansar. No creo que sea terrible esa idea de detenerse. Es más, la siento necesaria. Te deseo lo mejor.

25 noviembre, 2010

Mi segundo personaje

"Mamá, mamá... ¡no quiero vestirme de hueón!", así se incia mi vida. Al menos desde mi perspectiva, porque no recuerdo nada de la cesárea que me trajo al mundo hace casi 23 años. Era un acto en el jardín. Aparentemente era el último que haríamos para salir de aquella inspiradora etapa. Recuerdo que la tía nos dijo que todos nos vestiríamos para representar el personaje de una obra. A mí me tocó ser el león, o más bien el "hueón" como le alegaba mañosamente a la mujer que me vestía con orgullo esa tarde.
"El león es un animal importante, Rodri. Es el rey de la selva y todos le respetan", algo así me dijo la tía en axulio de mi madre que ya agotaba su paciencia con mi llanto indisciplinado. No sé cómo termnó esa actividad, pero bien recuerdo que me reí finalmente.
Un par de años más tarde vino otra negativa. Era el turno de interpretar mi segundo personaje. Era un trapecista en "Pinocho", mega estelar que montaron nuestros profesores cuando terminábamos el kinder. Estaba enojado porque debía "vestirme como maricón", aunque en realidad no era nada más terrible y simple que un trapecista.
De punta en blanco y con los zapatos más femeninos que he usado en mi corta vida, fui el mejor de todos los trapecistas de la generación. Me esforzaba haciendo equilibrio sobre la cuerda, claro que ésta estaba en el suelo, pero aún así daba mi máximo esfuerzo y comprometía todos mis sentidos para no "caerme" y brillar en mi instante estelar.
Hoy no podré enorgullecer a mi madre, ni a mis amigos o a la mujer que amo, ni siquiera a los que me quieren a ojos cerrados y me apoyan en todo lo que hago. Pero debo dejar claro que tampoco trato de hacerlo. No puedo todavía. Antes necesito estar orgulloso de mí. Esa es la búsqueda que pretendo realizar. Debo encontrarle un sentido a todo esto antes de dar un nuevo paso y salir de mi etapa universitaria.
No niego lo que soy, no puedo hacerlo. Ojalá alguien entienda que estoy entregando el máximo que hoy tengo de mí. He luchado siempre, sabiendo que es lo mismo que hacen muchos otros. Confieso y manifiesto que me niego a creer que la vida se trate siempre de combatir, atemorizar y atrapar presas más débiles. Este último tiempo me he convencido que también es fundamental el detenerse a pensar. Ubicar esa paz interna. Conseguir equilibrarse. Adiós león, debo caminar por la cuerda un momento. Nada es tan terrible y cayéndome una y otra vez lograré dominar mi recorrido con este cuerpo.

17 noviembre, 2010

Rodilla

Debe ser la primera vez en la vida que me duele dar un paso. Me han golpeado bastante y he aguantado de todo, pero esto es diferente. Lo supe porque ni siqueira era capaz de subirme a la bicicleta. Pero no importaba el dolor, lo hice igual. Solamente así se aprende.
"Un poco de frío primero", me dijeron. Pues bueno, eso hice. "Luego, calor. Calor hasta que se te pase". Eso es lo que haré y no interesa lo que suceda, pues siempre seguiré pedaleando. No habrá nada que me lo impida.

15 noviembre, 2010

Yaqueline 1.0

Solamente quería compartir que tengo un Magister en el Arte de Hacer N.A.D.A. Ahora voy por el Doctorado. XD

20 octubre, 2010

Cuando vea tu cara en el suelo

Voy a patearla, una vez y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez... y otra veeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeez.

www.pistola.cl

28 septiembre, 2010

Lo que ellos quieren

La perseverancia es probablemente un mal genético, pero, y aunque tal vez lo sea, hay que seguir luchando. No existirá impedimento alguno que sea válido cuando uno se propone algo.

No habrá nada que imposibilite cumplir mis objetivos, o al menos, no dejaré que exista. Claro que aquella reflexión tiene que ver con los vacíos personales y las expectativas individuales en la experiencia de vivir. Ahora, ¿qué hacer con las convicciones y tradiciones de todo un pueblo? ¿Se justifica toda esa persistencia y tozudez?

Ufff… toda esta situación indígena me ha hecho reubicar premisas y conjeturas que ya creía integradas en mi raciocinio. Lo cierto es que aparentemente no estaban clasificadas en su debido lugar. Deambulaban, existían, ocupaban espacio y neuronas, pero no se expresaban. Más o menos, algo similar al rol que tiene, ha tenido y, tal vez, tendrá la cultura mapuche en la sociedad chilena.

Recién escuché a una ambigua ex Presidenta de Chile refiriéndose al tema desde la vereda de la medicina. Ya he visto a la Iglesia Católica desarrollando su conciliadora labor entre la gente de la tierra y el Gobierno más populista que he vivido. Soy testigo del cínico movimiento acogedor que se ha apoderado en las redes sociales “sensibilizadas” por los indios de Chile y ya estoy aburrido de aquello y de todo lo anterior.

Un representante de los comuneros irrumpió hoy en mi televisión. Instaba a que el “diálogo” se extienda a “todos los poderes del Estado”. Con todo respeto, permítanme decirle a él, al Presidente, y a todos los que han metido la cuchara, que me parece que el tema no está siendo bien abordado. No voy a salir con el discurso chanta de que me siento mapuche, porque no es así. Pero sí me siento chileno y ser humano, por eso pienso que es terrible un escenario que atente contra la vida.

Los mapuches no merecen cambios legislativos, tierras, ni exposición mediática. Debemos ofrecerles una cabida digna en nuestro país. Tenemos que dejar de hacer esto mismo que hacemos a diario. Ya basta de diferenciarnos “de ellos”, no hay que seguir hablando de lo que “ellos” piden. Integrémoslos realmente de una buena vez a esta nación “bicentenaria”.

Hay que aprender a vivir como una sola patria, si es que en realidad nos pretendemos respetar y buscamos dignificar nuestras raíces. Aún así, y aunque lo que quiero a decir suene exagerado para algunos, o desgraciado para otros, quiero que este “diálogo” acabe. Si durante el proceso se pierden vidas, bueno, que me disculpen pero el 50% de la bandera rememora la sangre de todos los que han perdido la vida por Chile.

Entonces, solamente me queda rogar que este pasaje tortuoso sea un aporte y sirva para terminar definitivamente con la eterna temática interna. Solo así todos ganamos. Y si la política y los medios no quieren ser un aporte real para ponerle fin al conflicto mapuche, mejor que aprovechen la oportunidad y guarden esta discusión en la famosa "Cápsula Bicentenario". Porque mucho más válido sería establecer este lío como la moraleja indivisible de nuestra idiosincrasia, antes que depositar una sarta de pelotudeces para exhibirlas en cien años más.

06 septiembre, 2010

CARTA A VICENTE MARIO

Saludos amigo mío:

Es el primer lunes del mes más patriótico que viviré en mi vida. Me subo al transporte público segundos después de haberme cerciorado que un motociclista, en realidad, un repartidor de sushis, no había fallecido. Con mi morbo decepcionado veo al hombre del casco aleteando sus brazos ofuscado y ya en pie. Inicia una discusión con un transeúnte, como alegándole a la vida, ignorando su imprudencia y culpando al resto de su error. Por suerte, otros motoristas se suman al altercado y pareciera, al menos a simple vista, que los ánimos se calmarán.

En ese instante me doy cuenta que me quedan setenta pesos en mi “Bip!”, claro que ya había pagado el pasaje, pero me recuerda que no debo volver a subirme sin antes cargar la bendita tarjeta.

Ya arriba de la micro, un señor de avanzada edad vendía un DVD con la última oferta: “El Bicentenario”. No alcancé a prestar atención porque el vendedor se bajó de inmediato, pero de seguro, y lo apostaría, su producto costaba mil pesos y traía unos cuatrocientos veintiséis mil ochocientos cincuenta y dos archivos. Que se desglosan en; videos, fotos, juegos, biografías de personajes y otro tipo de cosas típicas de nuestra patria para que cada chileno y cada chilena pueda enterarse de su historia y, obviamente, sentirse orgulloso al momento de embriagarse este próximo 18 de septiembre.

No llevo ni diez minutos de viaje y hemos subido, en total, una treintena de personas y apenas se han bajado cuatro. Únicamente una décima parte ha saludado al chofer desde que estoy en el bus. Peor aún, el conductor sólo le respondió el saludo a una de esas tres personas, ¿se imaginan cómo era ella?
Se acerca mi parada. Voy a hacer combinación con el metro y, sinceramente, ya no sé qué pensar de las señoras que un día fueron adineradas y que hoy viven de ese recuerdo superficial.

De todas las veces que vengo en micro a la universidad, no ha habido ocasión en la que una mujer de la tercera edad, bien “educada” y “de muy buena familia”, no haya evadido el famoso Transantiago. Claro, es fácil ponerse anteojos oscuros y hacer como que no se conoce a nadie en un vehículo como ése. Además, es cómodo. Porque resulta imposible, y absolutamente irrisorio, dejar de invitar a los buenos amigos que nos regaló el dinero para compartir exquisiteces de la cultura culinaria europea y seguir viviendo en la "Belle Epoque".

Se detiene el bus troncal y corro junto con el ganado de siempre. Cruzo irrespetuosamente en el semáforo en rojo, sabiendo que está mal, pero poco importa. Tengo que llegar a la hora.
Leo de reojo los titulares que hay en el kiosco, porque “eso es lo importante”. Antes de bajar al túnel fúnebre, me río del caballero que se rasca la ingle con la mano dentro del pantalón. Es mi gran logro del día, pues nunca lo había pillado infraganti.

Comienzo a correr por las escaleras e ignoro, como siempre, a la señora que me pide una moneda a cambio de un “parche curita” con una guagua entre sus brazos. No me interesa. Luego de cargar mi pase escolar atravieso el corral y me sumerjo en la desgraciada rutina de los santiaguinos. Cada vez es más amargo trasladarse en ese tren subterráneo.

Por primera vez extraño mis audífonos. Esos que siempre me han separado del entorno desagradable, un mecanismo de defensa que es cada vez más común entre la gente. ¿Qué pensaría mi abuelo Sergio? Me acuerdo que una vez en su casa lo escuché alegar “…¡éstos lolos siempre con sus cuestiones raras en la oreja!...” Si tan solo supiera que hoy incluso sus contemporáneos llegaron a evadir el país en el que vivimos.

Este mes empieza la celebración en grande y no puedo negar que también seré parte de ella. No mentiré ni negaré que voy a participar del jolgorio y el patriotismo que me venden a diario. Sin embargo, no voy a ser parte de un Chile que se aisla año tras año.

Estas palabras no son el reflejo de una intención altanera ni prepotente de querer cambiar y mejorar nuestra cultura. Tal vez tampoco sea un aporte para alguien, pero sí es un detenimiento especial y significativo para mí. Ojalá no se ensucie ni se manche de ningún tinte esta carta. Mi intención es sencillamente plasmar el reflejo generalizado de una generación que quizás tiene defectos mil veces peores que los de ustedes, pero al menos es más honesta. Eso es digno de celebrar. ¡Salud!

26 agosto, 2010

Reflexiones educacionales Vol. 1

La educación en Chile es realmente un tema a considerar, eso está claro. Sin embargo, y lo digo para todos los que la criticamos, sería bueno sentarse a discutir qué tan importante es mi aporte para mejorarla. Convengamos que la educación la hacemos todos, tanto en lo particular como en lo colectivo, partiendo de aquella premisa que avala la postura Aristotélica que dice eso de que “vivimos en comunidad”.

En lo personal, en la educación básica tuve una muy buena base, en lo que a términos académicos respecta. Pero, insisto, en mi experiencia, para vivir aquello fue necesario ser parte de la educación privada y, es decir, una CA-RÍ-SI-MA.

Lo malo fue que en dicha propuesta educativa jamás me sentí respetado como persona ni parte de algo más trascendental que un billete. Simplemente era un número, una cifra, un montón de plata que entraba (aunque a veces tarde, a pesar que siempre se hizo todo lo posible por cumplir XD). Nunca fui nada más allá de lo que mi billetera pudiera decir o, en rigor, nada más importante de lo que el salario de mis padres pudiera haber reflejado.

Por consiguiente, mis primeros años de vida carecieron de toda educación valórica y social, muy de acuerdo a los parámetros de un sistema educacional elitista, de origen británico, en el cual fui sometido. (Para evitar comentarios huevones, no hablo de la calidad humana de algunos profesores. Me refiero netamente al proceso en lo macro)

Luego de desaprovechar la oportunidad (pasándome por donde me siento el esfuerzo de mis padres, y sobretodo, el de mi madre) terminé mi última etapa escolar en un colegio mediocre, con niveles académicos patéticos y con una nula preparación para la PSU.

Era un colegio semi-subvencionado, con una alta rotación de profesores, donde el alumno que quería surgir y estudiar apenas podía hacerlo, además, estaba obligado a reforzarse en su casa. Esto, porque era imposible confiarse que las materias impartidas en clases eran efectivamente sólidas. Era imposible por el nivel de los profesores. Es que en esta etapa era absurdo no sentirse inseguro con “académicos” excepcionales, tanto que apostaría que algunos no eran capaces de diferenciar la geometría de la física.

No soy mentiroso, y por lo mismo, nunca podría decir que me destaqué en la educación media. No encontraba una motivación real en mis educadores. Salí de cuarto medio y, al minuto de postular para continuar mi desarrollo, mi fabuloso establecimiento educacional ni siquiera aparecía reconocido. ¡NOTABLE!

Cuando logré entrar a la universidad, lo hice con la esperanza de que esto de la desmotivación cambiaría. Hoy soy un alumno de la educación superior en una universidad privada y... ¡sorpresa! La mediocridad continúa. Soy testigo de profesores que inflan notas, bajan escalas y así siguen saliendo profesionales de bajo nivel. ¿Y cómo no? Están acostumbrados desde la cuna a hacer todo con la mínima dedicación.

Fuente de inspiración

24 agosto, 2010

Termostato

Aunque no quiera, hay que terminar esta shit de carrera.

09 agosto, 2010

Último día del niño...

Creo que no tenía más de doce años cuando le dije a mi madre que quería tocar. Recuerdo perfectamente todas las veces que mi profe de música me dijo que no era bueno y que no lograría nunca ser o hacer nada "bonito".

Ya van nueve años, cinco meses y trece días después de que empecé mi aventura como bajista, esa que partí influenciado por el ralladamente hiperquinético Flea. No podría desaprovechar la oportunidad de darle las gracias a mi amigo Titan... es que ese cassette del Blood Sugar Sex Magik, definitivamente, me cambió la vida.

Pienso que recién ahora estoy empezando a hacer el sonido que buscaba. Aunque debo reconocer que, en rigor, la cuenta exacta sería la misma, pero con un año menos. Es decir, ocho años, cinco meses y trece slapeados días. Claro, porque debo considerar que fue ahí cuando toqué por primera vez con un grupo. Con mis amigos de RENEIXER, una banda de niños que jamás olvidaré. La verdad es que, después de un largo camino, hoy siento que realmente me he encontrado.

He conseguido traspasar esas emociones que se aprisionaban en mis torpes manos. He prolongado mis límites corporales y he conseguido adherirme a cuatro cuerdas, sucias y bellas, que expresan lo que nunca pude dibujar y hoy, ayudado por esas cuatro clavijas, he abierto la puerta para dejar la sala de ensayo.

Tres mil cuatroscientos cincuenta y seis días, eso he demorado realmente en sentirme plenamente y comenzar mi nuevo camino.

29 julio, 2010

27 litros de Mosto en la Ruta


Es tan fácil ver el lado negro de la vida, pero no me refiero a un lado oscuro y malo. El negro me inspira mucho más que el blanco... "el blanco es ausencia de color"... en cambio, su hermano antagonista, "el maldito negro", es el opuesto absoluto. Y por ende, es la incorporación de todos y cada uno de los colores del prisma, de los matices, de la vida y de mi universo. De todos quienes lo componen conmigo.

Hoy me llenaron de esa oscuridad y tatuaron mi alma de negro. Todos. Todos, ustedes, por eso...

"A los que estuvieron, a los que faltaron, a los que viajaron, a los que no llegaron, a los que no quisieron, a los que lo olvidaron, a los que murieron, a los que nacieron, a los que no les importaba, a los que les interesaba, a los que lo intentaron, a los que lo lograron, a los que nos pensaron: GRACIAS, MIL GRACIAS".

26 julio, 2010

Y el tiempo dijo...

VIAJAR, CORRER, SOÑAR Y ACTUAR
LEJOS, FUERTE, DESPIERTO SIN PENSAR
ATRÁPAME CON TUS MENTIRAS
CUELGA DE UN PUENTE TODOS TUS COMPLEJOS

TATUADO EN NUESTRA PIEL
NO NECESITO DE NINGÚN PAPEL

EL TIEMPO DIRÁ
QUE CUANDO CAIGAS
AHÍ ESTARÉ
PARA ALZARTE

AHÓRCAME CON TUS HERIDAS
SIENTE EL VACÍO DE TUS LAMENTOS

SIENTE

EL TIEMPO DIRÁ
QUE CUANDO CAIGAS
AHÍ ESTARÉ
PARA ALZARTE

ES LA ÚNICA FORMA QUE TENGO DE AMARTE

06 julio, 2010

¿QUÉ HIZO CHILE EN EL MUNDIAL?, por si todavía se lo pregunta...

Hay un sector no muy ligado a la historia de nuestro balompié que critíca con desprecio el desempeño de la selección nacional de fútbol en el continente africano. Antes de equivocarse, a veces es mejor saber de qué se trata, o al menos lo que ha sucedido en la última década.

Este mundial se encargó de volver a poner de moda el deporte en nuestro país. Nos llevamos las pelotas desde la discoteca a la casa y acercamos el fútbol a toda la familia, tanto que ahora cualquier pelotudo puede emitir juicios. “Apenas llegamos a la segunda ronda, igual que en el 98’ y, más encima, de nuevo nos elimina Brasil”, algo así, pero con lenguaje digno de Colina2, comentaba un escolar antes de bajarse corriendo del metro con sus compañeros del Instituto Nacional. En lo concreto, el pokemón tiene razón pues sucedió lo mismo. Perdimos con Brasil en segunda ronda. Sin embargo, atravesando la vereda de la ignorancia, habría que especificar ciertos acontecimientos.
En primer lugar, con el pelado Acosta (ese D.T. farandulero que tuvimos en Francia) pasamos rajando, apenas y con suerte, todo gracias a la alta capacidad goleadora de la dupla “Za-Sa”, aquella que nos llevó al repechaje por diferencia de goles. De hecho, compartíamos el último cupo con Perú en los puntos, pero bastó con tener 14 goles a favor en nuestra cuenta, diferencia abismante contra el gol en contra que figuraban los peruanos una vez cerrada la tabla de posiciones.
Doce años atrás, mientras una tímida Michelle Bachelet ingresaba como asesora al Ministerio de Defensa Nacional, sin el poderoso plantel brasileño compitiendo parecía mucho más fácil llegar a Francia. Aunque, en rigor, no lo fue. Había un cupo menos para los candidatos de Sudamérica, ya que, en ese tiempo, las reglas de las clasificatorias eran distintas y para explicarlo sería mejor ir aún más atrás.
Casi a mediados de 1994, Brasil e Italia se peleaban a muerte en la primera final disputada en canchas gringas. Tras la definición a penales Roberto Baggio lloraba y Claudio Taffarel esperaba a sus compañeros con las rodillas en el suelo y con sus brazos en el aire para celebrar un nuevo título, aquel que entonces encumbraría al scatch como “tetra-campeones”. Por consiguiente, Brasil no debía competir para clasificarse a la cita en 1998, ya que esa sería la última vez que un campeón se clasificaría inmediatamente para el próximo mundial, luego por fin la regla fuera desechada.
Por cierto, parece pertinente sugerir que antes de comparar sería bueno googlear un poco. Mejor aún si se hace copiando textual “Copa Mundial de Fútbol de 1998”, la dirección que aparece inmediatamente nos lleva a un resumen en “Wikipedia”, que de paso, aprovecho de presentársela ya que de seguro afirmará no conocerla. OK, nadie podría tragarse los insultos que Lucien Bouchardeau se ganó en su tiempo, tampoco es momento de discutir el protagonismo de su actuación, pero ¿sabía usted que Chile no ganó ni un partido antes de pasar a octavos de final? ¿Lo había olvidado? No importa, la memoria es frágil y yo se la refresco.

...MAÑANA SIGO....

¿No cundió?

Sorry

20 junio, 2010

Entretiempo

"... y en los minutos finales, los cariocas buscan demostrar que no hay nadie que lo haga mejor que ellos. El agotamiento es evidente y la escuadra no da para más. Julio César tapa un meteórico remate salido desde una particular vuvuzela, el balón rebota como pelota de supermercado y queda en tierra de nadie. Melo presiona a Elano desde el borde de la cancha, lo obliga a volver a concentrarse. Dunga apenas se levanta del piso tras desvanecerse e irse a negro. Parece que se percató que si esto termina en empate, se despiden del munidal.
Juan recupera la pelota, abre el campo con un pase hermoso que nos recuerda la preciosura que contiene este juego, Elano se muevo por la cancha, se acomoda con soltura, ha tenido un gran desempeño en partidos anteriores. Lucio, ve un espacio para que entre libre Ricardo Izecson Dos Santos Leite.
Todo el mundo está pendiente, el tiempo se agota. Kaká se escurre entre las marcas, tiene ganas de desahogar a todo un planeta que practica este bello deporte, se dispara a toda velocidad contra la húmeda portería en tierras sudafricanas. ¡Un hemisferio más a la izquierda de este exótico escenario, un Cristo gigantesco espera con los brazos abiertos el festejo y los abrazos!... ¡¡¡GOOOOOOOOOOOOOOOOOOOL!!!,
¡Golazo! Los morenos se empapan en el trono del fuchibol. El partido termina emocionantemete y empieza el carnaval con sus maravillosos colores y sabores. Todo es alegría, el verde y el amarillo combinan con toda esta novedosa fauna desconocida.
El grito de gol y la satisfacción de haber dejado todo en la cancha es evidente. Noventa minutos de emocionante y sudoroso trámite. ¡Eso se llama mojar la camiseta! Kaká vuelve a abrazarse con Elano y parecieran no extrañar a extraterrestre u obeso alguno. Pepe se ve emocionado hasta las lágrimas y el sudor se cuela en los pliegues de su cuello, mientras regala su camiseta al portero, que hoy no pudo tapar cuando más necesario era.
Se retiran a las duchas los vencedores. El equipo rival se vio trancado en varios aspectos, no pudo detener a laverdeamarella. Maicon espera agitado al resto del plantel, luego de haberse lesionado en un encuentro por la retaguardia de los pentacampeones. Sigue, tú, Iván desde la cancha..."

04 junio, 2010

Random, 1

Go back to sleep; sleep to go back; to go back, sleep; go to sleep, back; back to sleep, go; to sleep, go back.

03 mayo, 2010

Gusfraba

Aunque la vida me tire toda su mierda, no voy a parar...

22 abril, 2010

Ørégano, pimienta o merkén

Ya...OK. Soy anormal y tengo mil defectos. No sé si miles, pero a veces me absorben tanto que ennegrecen mis virtudes y por ello es cierto que soy raro. No raro como deforme, porque no tengo orejas en los codos ni silbo por el ombligo, pero soy raro. Es que no encajo en la típica concepción de la vida misma y ciertamente soy un incomprendido y, para peor, ni yo consigo leerme íntegramente.

No suelo aceptar que puedo llegar a hostigar, sin embargo, lo tengo claro… tengo actitudes agotadoras, tan agotadoras como el mecanismo de defensa que ocupa una serpiente cascabel. Debe ser por mi pasión para, con y en la vida. Me mueve la pasión y al parecer lo hace tan bruscamente que ya es un exceso. No pretendo decir que está mal ser un apasionado, el problema viene de aprender a dosificarse. Sí, dosificar es el verbo a seguir.

Sucede que vivo en búsqueda de mi bienestar en el futuro y lo quiero todo con tanto anhelo, que saturo y coarto mi presente… y si hay algo tanto peor que vivir del pasado, es limitar el presente. Así es como uno deja de vivir en plenitud y no es capaz de gozar los momentos únicos que tiene la vida… es de esa forma en que uno termina saboreando una amargura al final de sus días.

Dicen que, no solo las manos, sino que también, la piel de la cara refleja el camino de la vida y el desgaste del tiempo. Como un neumático refleja el deterioro del recorrido transitado, es imposible negar lo mostrado en la fricción que exhibe mi cuerpo por culpa de los caminos de la vida.

Soy hombre beta. Aún joven y me equivoco. No soy un vehículo con ruedas, ni un reptil, no puedo cambiar mis cubiertas de goma, ni tampoco voy a dejar tirada mi piel para vestir una nueva… pero, como humano que soy, sí tengo la capacidad de pensar, notar y mejorar. Es por eso que puedo poner el freno de manos y dejar de deslizarme rápidamente y tomar mis decisiones y caminar tranquilamente para así poder disfrutar, paso a paso, la vida que elegiré vivir.

05 abril, 2010

Extracto de uno mayor a definir...

El Coraje. No lo sé, pero parece gustarme. Cuando se presenta me agrada por esencia. Las palpitaciones aceleradas retumban imperiosas y la sangre fluye fuerte en el ambiente, con un torrente amenazante que pretende transformarse en un estrepitoso diluvio que terminaría con todo.
Es ese sentimiento dominante que retumba fuerte, desde el subterráneo hasta el techo de mi morada, y que casi siempre llega anunciado por un grito gutural que el alma pareciera exclamar con cierta satisfacción. Como si su visita fuera esperada con sosegado anhelo.
El umbral que separa lo racional de lo irracional se hace tan vulnerable que la tentación de quebrantarlo se hace insostenible para la ira. En el baño, la cordura luce sometida en un rinconcito contra la pared, a merced de la impulsividad. Inmediatamente la pena queda inhabilitada, e idiotizada también, casi tan deteriorada como aquella vez que el amor cayó por las escaleras cuando jugaba distraído con la tramposa esperanza.
La culpa, nerviosa como solamente ella sabe serlo, se pasea por el living derramando el café por la alfombra y se hace la sorda mientras su primo, el remordimiento, la acosa con su alborotado e improvisado planteamiento.
Todo se ve tan oscuro. Todo salvo la alegría, claro. Ella siempre desaparece antes de que el temido visitante llegue. Mientras dura la visita, se le puede ver pintando paisajes retenidos en su memoria en la casa del árbol que construyó junto con la ilusión. Dice que es incompatible con el coraje, aunque ella asegura que “no tendría problema alguno con conocerlo”.

  • Esto es solo un pequeño extracto de algo mayor. Trasladado desde el soporte tradicional, el de puño y letra, hasta el virtual que suele perder su característica emocional... aunque eso es parte de mi insano juicio, por supuesto.